LA MÚSICA YA NO QUIERE CAMBIAR EL MUNDO( Buen árticulo)

Inmersos en la mayor crisis política y económica que se recuerda, parece que la música paradójicamente ha perdido su carácter reivindicativo. Buceamos aquí para rememorar los tiempos en que música y revolución iban de la mano.



30 años del fallecimiento de Robert Nesta Marley (Bob para los amigos). Y para muchos sigue presente. El movimiento rastafari ha sobrevivido a su ausencia del único modo imaginable. Rememorándolo. El bueno de Bob promulgó a los cuatro vientos las consignas rastafaris. El emperador de Etiopía Haile Selassie I como una encarnación de Dios. La liberación de África. La tierra prometida llena de emancipación y justicia divina. La implicación de Marley no sólo se basaba en sus letras, era una actitud, un modo de vida. Echamos la vista atrás y el recuerdo de grandes músicos que se implicaran política y socialmente nos reconforta, pero..¿Que queda de éso hoy día?

Hubo un tiempo en el que música y reivindicación fueron de la mano. Formaban un tándem perfecto. La música entendida como una herramienta más para cambiar el mundo, para mostrar los anhelos de una sociedad que la veía como un modo de luchar contra lo establecido. Ya desde los tiempos de los juglares en la Edad Media, la música servía para criticar de forma abierta varios aspectos de la época.

La música servía como vehículo de protesta social, pero también como inspiradora de muchas decisiones políticas a lo largo de la historia de la humanidad. La sensibilidad de ciertos dirigentes ante determinadas piezas musicales es bien conocida. Nadie puede obviar la influencia de Wagner en el nacionalsocialismo (ya lo dijo Woody Allen: "Cuando lo escucho me entran ganas de invadir Polonia"). Incluso utilizan la música para subrayar sus campañas electorales, como bien explicábamos hace unos días en este post.

La música moderna estaba exenta de mensajes políticos o reivindicativos.Estaba concebida como un mero entretenimiento. Aunque bien es cierto que el blues, padre del rock and roll, tuvo su origen en la pesadumbre de los negros que trabajaban esclavizados de sol a sol en la cuenca del Mississippi. Surgieron así las canciones de trabajo, cantadas a capella e interpretadas por personas que realizaban arduas tareas físicas para paliar el aburrimiento y sincronizar el movimiento físico. El equivalente español serían las "canciones de arado" o diferentes palos del flamenco que surgieron de este modo (trilleras, mineras, tarantas y un largo etcétera).



El Flower Power utópico
Allá por los 60 el movimiento hippie eclosiona y se convierte en la bandera subversiva de la juventud. Paz, drogas y amor, sí, pero también rechazo al consumismo y ganas de cambiar el orden social imperante. El festival de Woodstock en el 69 se convirtió automáticamente en un icono. Hastiados de guerras, cerca de 400.000 asistentes pregonaron la paz, el amor libre, el ecologismo y mostraron su rechazo a la guerra de Vietnam, bajo la interpretación del himno norteamericano que rugía en la guitarra de Jimi Hendrix. En la vieja Europa, Glastonbury (cuya primera edición tuvo lugar en 1970) se convertía en el punto de referencia. Tripis, atardeceres en Stonehenge y creatividad a raudales.

Joan Baez y Bob Dylan se cuelgan los galones que los distinguen como abanderados de la canción protesta, recogiendo el testigo de Pete Seeger o Mavina Reynolds. Dylan, que acaba de ingresar en el club de los septagenarios, se convirtió por méritos propios en el cronista de los conflictos estadounidenses, con himnos antibélicos y que expresaban el sentir de una gran parte de la sociedad norteamericana. Y todos recordamos el marcado activismo de John Lennon y su eterna "Imagine", o Give "peace a chance", todo un alegato contra la guerra. En Europa triunfan Charles Aznavour o Jacques Brel, y en latinoamérica Víctor Jara, Rubén Blades, Pablo Milanés o Silvio Rodríguez.

A lo largo de diferentes décadas, en España tuvo gran tirón la canción protesta, de la que derivó la figura de grandes cantautores: Paco Ibáñez, Joan Manuel Serrat, Patxi Andión, Labordeta, Victor Manuel y Ana Belén, Mikel Laboa, Carlos Cano o Javier Krahe.

Dios rasure a la reina.-
El folk, la psicodelia y el buenrrollismo se dejan de lado en los setenta, con la llegada del punk. Una burla en toda regla a los convencionalismos que oprimían a la sociedad. Muchas canciones se convierten en Un escupitajo en la cara del sistema. Adoptando el nihilismo como actitud vital, Sex Pistols atacan el conformismo social y el respeto británico a la corona. The Clash muestran una clara actitud política que chocaba directamente con la sencillez de Los Ramones. Ya más tarde, a finales de los ochenta, los Dead Kennedys muestran cómo hacer de la ironía y el humor una efectiva arma crítica contra lo establecido. Su vocalista, Jello Biafra, se convirtió en un activista político, miembro del Green Party y que aboga por la desobediencia civil y el anticorporativismo.

En España el movimiento llegaría bastante más tarde, pero tuvo muchísimo calado en unos años ochenta que hasta entonces estaban gobernados por la pose y el hedonismo implícito en la movida. El hardcore catalán y el rock radikal vasco servirían para poner los mimbres de una generación de grupos con letras altamente politizadas: La Polla Records, Reincidentes, Boikot, Eskorbuto, Negu Gorriak, TNT, La Banda Trapero del Río, Def con Dos, Derribos Arias, Manolo Kabezabolo o los ya posteriores SKA-P, entre muchos otros.

What´s up, bro?
El hip hop ha tenido históricamente elementos harto reivindicativos, especialmente dos de sus vertientes: El rap consciente, un subgénero del hip hop que se centra en temas sociales, aunque no necesariamente políticos,como la religión, el machismo, la pobreza o la violencia, con grupos como Wyclef Jean (candidato a la presidencia en Haití), Dr Dre o algunas canciones de Eminem. El rap político, inspirado en los predicadores de los setenta, es un subgénero con grupos en su haber como Public Enemy, Mos Def o The Coup, entre otros.

El hip hop también prendió en España, con una época de desarrollo en el primer lustro de los 90 y de consolidación en el segundo. Bandas pioneras como CPV, La Puta Opepé o Violadores del Verso se abrían hueco con unas letras que mezclaban ironía y crítica social.

Los añorados noventa-
Esta década estuvo gobernada por el brit pop y el grunge, el primero totalmente alejado de cualquier tipo de reivindicación política y el segundo bastante más profundo y relacionado con la angustia vital de una generación perdida que no encontraba su sitio, pero sin lugar en sus canciones para reivindicar cambios ostensibles. El movimiento social nacido en Seattle fue el primero en el que se pretendió luchar abiertamente contra el capitalismo .Quizá Pearl Jam pueda ser los abanderados de esta generación, mucho más politizados que sus coetáneos Nirvana. El punk se convirtió en pop con grupos como Offspring o Green Day.

Los que más agitaron el cotarro noventero fueron sin duda Rage Against the Machine. Ofrecen letas rotundas contra el capitalismo, la globalización y las guerras. Destacaron por sus múltiples iniciativas de solidaridad con distintos movimientos sociales. Hasta el punto de que su cantante, Zach de la Rocha, participó en movimientos de apoyo al EZLN.

Radiohead siempre se han mostrado muy concienciados con el medio ambiente, System of a Down son también muy representativos en lo que a reivindicaciones se refiere. Con ascendencia armenia, sus canciones versan sobre la violencia, el maltrato, los genocidios, la pornografía violenta, el machismo, la intolerancia o la discriminación. Los noventa también fueron caldo de cultivo para una nueva hornada de grupos con el World Music como telón de fondo, cuyo máximo exponente es Manu Chao. El súmum de la implicación, con las migraciones por bandera y la abolición de las fronteras como sueño más recurrente. EZLN, el pueblo saharaui, las madres de la Plaza de Mayo en Argentina...nada se escapa a su implicación.

y AHORA QUE?
Existen artistas que han desarrollado su carrera a lo largo de varias décadas y a día de hoy intentan mantener su posicionamiento crítico contra la realidad social que los rodea. Bruce Springsteen siempre se ha posicionado políticamente. "Born in the USA" es un alegato contra la guerra de Vietnam. “Magic“, una canción repleta de ironía, con la que Bruce quiso denunciar las mentiras y los trucos de los políticos para crear su propia realidad. Y así mil ejemplos.

Bono, cabeza visible y cantante de U2, también ha dado muestras sobradas de activismo político. Especialmente comprometido con la causa humanitaria en África y a favor de la cancelación de la deuda externa de los países del tercer mundo, ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz en 2005 y 2006.

Pero la tendencia natural es que la política no vende. Y que en una sociedad cada vez más narcotizada, ya pocos entienden que la fórmula de la música como instrumento para cambiar el planeta funciona. De cara a la galería conviene implicarse en eventos solidarios o de recaudación para alguna catástrofe natural, pero lo más normal es que ya sean muy pocos los nuevos grupos que deciden abrazar las reivindicaciones como el eje de su carrera. El punk se fagocita a sí mismo, el hip hop, que ha conseguido situarse en lo más alto de la pirámide, ha pasado de ser un instrumento social a convertirse en un catálogo de coches caros y champán regando las tetas de las macizas de turno, los cantautores son cosa del pasado y lo más controvertido es el último vídeo de Lady Gaga. Sin intenciones, políticamente correctos. Adiós al intento encomiable de remover conciencias.

Artistas como M.I.A. suponen un oasis en el desierto. La cantante británica de origen tamil ha sido muchas veces censurada, hasta el punto de que el Gobierno norteamericano visita su página web con asiduidad. La MTV no emite su single 'Sunshowers' mientras mantenga alusiones a la Organización de Liberación Palestina. Se le fue denegado el visado para entrar en Estados Unidos recientemente, y ha vuelto a ser objetivo de airadas críticas por el vídeo de ' Born Free', donde se muestra a varios jóvenes pelirrojos a los que dan caza por mero deporte un grupo armado de la policía. Una clara referencia al racismo imperante aún en muchos sectores de la población.

Ella y algunos estertores de antaño son los últimos reductos de la reivindicación política en el ámbito musical. ¿Echamos en falta más contenido de este tipo en nuestras canciones o definitivamente la música apuesta por otros cauces menos incómodos?. De momento, si buscáramos una banda sonora al movimiento #15M, parece que tendríamos que tirar de archivo. Una lástima.

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