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U2, The Joshua Tree - Miedo y Amor en América [artículo completo de la revista MOJO]
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03032017
U2, The Joshua Tree - Miedo y Amor en América [artículo completo de la revista MOJO]
SUEÑOS AMERICANOS
THE JOSHUA TREE FUE EL DISCO QUE LANZÓ A U2 A LA ESTRATÓSFERA – MUSICAL Y COMERCIAL – Y CONSUMÓ UN ROMANCE CON LOS 50 ESTADOS QUE, INCLUSO, RATTLE AND HUM NO PODRÍA CONSOLIDAR.
Treinta años después, en un extraño clima de retrospección, lo están llevando nuevamente a la ruta, solo para encontrar paralelos inquietantes entre 1987 y 2017. “Parece que hemos completado todo un círculo,” le dicen a Tom Doyle. Fotografías de Anton Corbijn.
SUN DEVIL STADIUM, TEMPE, ARIZONA, 20 DE DICIEMBRE DE 1987. En la noche final del The Joshua Tree Tour y, sobre el escenario, en las mentes híper-atentas de los cuatro miembros de U2, el aire está cargado de peligro. El FBI está aquí, revisando a una multitud de 55 mil personas por un potencial atacante que ha amenazado de muerte al cantante Bono, declarando que le disparará esta noche si se atreve a cantar el tercer verso de “Pride (In The Name Of Love)”, que aborda directamente el asesinado del Martin Luther King, 19 años atrás.
Han pasado solo siete años del asesinato de John Lennon en New York, así que el FBI está tomando las amenazas de muerte contra estrellas de rock seriamente. En el escenario el cantante de 27 años de edad está pensando: ¿Estará en el estadio? ¿Podría estar en el techo de las tribunas? ¿En las vigas?
Ninguno nadie se había alejado de expresar su punto de vista, U2 había provocado problemas ochos meses atrás cuando había elegido comenzar la gira en Tempe, arribando a la ciudad para descubrir que el recientemente electo gobernador republicano de Arizona, Evan Mecham, había cancelado el Día de MLK, un feriado pago para los empleados en homenaje de King, alegando que había sido establecido ilegalmente por su predecesor. Como resultado, Stevie Wonder ya había anunciado que boicotearía al estado. Después, Public Enemy iría más lejos, con “By The Time I Get To Arizona”, una canción de protesta con un video donde aparentemente colocan una bomba en la parte inferior del auto del gobernador. Antes del lanzamiento de la gira en el Activity Center de Tempe con una capacidad para 12 mil personas el 2 de abril, U2 hizo una “contribución financiera considerable” al Comité de Vigilancia de Mecham, una organización comprometida para removerlo del poder y, en la noche, hicieron que el promotor Barry Fey leyera la declaración de la banda: “Mecham es una vergüenza para el pueblo de Arizona…”
“Teníamos un ataque contra él,” dice Bono hoy, recordando el show del 20 de diciembre. “El circo ambulante había llegado y estábamos en una batalla campal por el honor del Dr. King. Había muchas amenazas de muerte y una de ellas fue tomada seriamente. El FBI vino y nos dijo a todos: ‘¿Quieren seguir adelante con el show?’ Y lo hicimos.”
Diecisiete canciones después, U2 se lanzó a “Pride”. En el tercer verso, Bono se agacha en el frente del viejo escenario y cierra sus ojos para cantar. “Llegué al final de verso y claramente no estaba muerto,” dice riendo. “Pero no solo eso… Adam Clayton estaba parado en frente mío.”
Asombrosamente, el bajista de U2 lo había protegido poniéndose entre Bono y la audiencia, listo para recibir la bala o disuadir al tirador. “Es extraño lo que pasa por tu cabeza,” dice hoy Clayton. “O quizá ni siquiera a través de tu cabeza. Quizá es solo algo instintivo de atrever a alguien a llevar a cabo una amenaza como esa.”
The Edge, con el habitual don del guitarrista por el eufemismo, dice, “Solo pensé, ese es un compañero…”
LA GIRA ORIGINAL PARA THE JOSHUA TREE FUE UNA LLENA DE INCIDENTES Y DRAMA. Hoy, 30 años después, U2 se está preparando para hacerlo nuevamente, en un lapso de unos tres meses se los verá tocar el disco completo en estadios de Norteamérica y Europa. Algunas de sus canciones – “Exit”, “In God’s Country”, “Trip Through Your Wires” – raramente han sido interpretadas por la banda. En el caso de “Red Hill Mining Town”, que en la estimación de Clayton sufrió de un “problema de medio-tempo,” la estarán tocando en vivo por primera vez.
El anuncio del The Joshua Tree Tour 2017 es algo sorpresivo por dos razones. En primer lugar, U2 siempre ha resistido a la nostalgia de discos clásicos. En segundo lugar, ya habían hablado acerca de sus planes de lanzar el nuevo disco en progreso Songs Of Experience este año y terminar el iNNOCENCE + eXPERIENCE Tour. ¿Entonces, qué cambió?
“Bueno, las canciones nuevas estaban listas para salir,” dice Bono, “y entonces el mundo cambió. Tuvimos uno de esos momentos en donde te decís, ‘Apartémonos de esto por un segundo.’ Es un disco muy personal, y no se va a convertir en un disco político de la noche a la mañana. Pero ahora tiene que pasar por el filtro de lo que está pasando en el resto del mundo.”
“Todos pensamos, está bien, mejor nos damos un momento para recapacitar acerca de esto. Realmente, queremos reflejar nuestra respuesta.”
“Contextualmente,” agrega Clayton, The Joshua Tree parecía en cierto modo reflejar los cambios que estaban sucediendo en el mundo durante el período Thatcher/Reagan. Parece que hemos cerrado un círculo completo y estamos nuevamente ahí con un elenco personajes diferentes.”
La idea inicial de U2 era realizar solo un par de shows, posiblemente en festivales en el Reino Unido y en los Estados Unidos, luego el plan se disparó. Una inspiración pudo haber sido la aclamada gira The River Tour de 2016 de Bruce Springsteen – tanto por la forma en la que pareció permitir a Springsteen hacer un balance como por su éxito monetario (The River fue la gira de mayor recaudación del año). “Como Bruce Springsteen dijo recientemente,” observa el baterista de U2 Larry Mullen Jr, “las canciones te llevan de vuelta y te llevan hacia adelante. Creo eso.”
“Si recuerdas, fui uno de los que quiso cortar al Árbol de Joshua,” bromea Bono. “Pero creo que la experiencia de Songs Of Innocence tuvo un profundo efecto en todos nosotros. Si quieres ir al futuro, tienes que al menos ir a visitar al pasado. No tienes que quedarte allí, pero tienes que visitarlo.”
SUN DEVIL STADIUM, TEMPE, ARIZONA, 20 DE DICIEMBRE DE 1987. En la noche final del The Joshua Tree Tour y, sobre el escenario, en las mentes híper-atentas de los cuatro miembros de U2, el aire está cargado de peligro. El FBI está aquí, revisando a una multitud de 55 mil personas por un potencial atacante que ha amenazado de muerte al cantante Bono, declarando que le disparará esta noche si se atreve a cantar el tercer verso de “Pride (In The Name Of Love)”, que aborda directamente el asesinado del Martin Luther King, 19 años atrás.
Han pasado solo siete años del asesinato de John Lennon en New York, así que el FBI está tomando las amenazas de muerte contra estrellas de rock seriamente. En el escenario el cantante de 27 años de edad está pensando: ¿Estará en el estadio? ¿Podría estar en el techo de las tribunas? ¿En las vigas?
Ninguno nadie se había alejado de expresar su punto de vista, U2 había provocado problemas ochos meses atrás cuando había elegido comenzar la gira en Tempe, arribando a la ciudad para descubrir que el recientemente electo gobernador republicano de Arizona, Evan Mecham, había cancelado el Día de MLK, un feriado pago para los empleados en homenaje de King, alegando que había sido establecido ilegalmente por su predecesor. Como resultado, Stevie Wonder ya había anunciado que boicotearía al estado. Después, Public Enemy iría más lejos, con “By The Time I Get To Arizona”, una canción de protesta con un video donde aparentemente colocan una bomba en la parte inferior del auto del gobernador. Antes del lanzamiento de la gira en el Activity Center de Tempe con una capacidad para 12 mil personas el 2 de abril, U2 hizo una “contribución financiera considerable” al Comité de Vigilancia de Mecham, una organización comprometida para removerlo del poder y, en la noche, hicieron que el promotor Barry Fey leyera la declaración de la banda: “Mecham es una vergüenza para el pueblo de Arizona…”
“Teníamos un ataque contra él,” dice Bono hoy, recordando el show del 20 de diciembre. “El circo ambulante había llegado y estábamos en una batalla campal por el honor del Dr. King. Había muchas amenazas de muerte y una de ellas fue tomada seriamente. El FBI vino y nos dijo a todos: ‘¿Quieren seguir adelante con el show?’ Y lo hicimos.”
Diecisiete canciones después, U2 se lanzó a “Pride”. En el tercer verso, Bono se agacha en el frente del viejo escenario y cierra sus ojos para cantar. “Llegué al final de verso y claramente no estaba muerto,” dice riendo. “Pero no solo eso… Adam Clayton estaba parado en frente mío.”
Asombrosamente, el bajista de U2 lo había protegido poniéndose entre Bono y la audiencia, listo para recibir la bala o disuadir al tirador. “Es extraño lo que pasa por tu cabeza,” dice hoy Clayton. “O quizá ni siquiera a través de tu cabeza. Quizá es solo algo instintivo de atrever a alguien a llevar a cabo una amenaza como esa.”
The Edge, con el habitual don del guitarrista por el eufemismo, dice, “Solo pensé, ese es un compañero…”
LA GIRA ORIGINAL PARA THE JOSHUA TREE FUE UNA LLENA DE INCIDENTES Y DRAMA. Hoy, 30 años después, U2 se está preparando para hacerlo nuevamente, en un lapso de unos tres meses se los verá tocar el disco completo en estadios de Norteamérica y Europa. Algunas de sus canciones – “Exit”, “In God’s Country”, “Trip Through Your Wires” – raramente han sido interpretadas por la banda. En el caso de “Red Hill Mining Town”, que en la estimación de Clayton sufrió de un “problema de medio-tempo,” la estarán tocando en vivo por primera vez.
El anuncio del The Joshua Tree Tour 2017 es algo sorpresivo por dos razones. En primer lugar, U2 siempre ha resistido a la nostalgia de discos clásicos. En segundo lugar, ya habían hablado acerca de sus planes de lanzar el nuevo disco en progreso Songs Of Experience este año y terminar el iNNOCENCE + eXPERIENCE Tour. ¿Entonces, qué cambió?
“Bueno, las canciones nuevas estaban listas para salir,” dice Bono, “y entonces el mundo cambió. Tuvimos uno de esos momentos en donde te decís, ‘Apartémonos de esto por un segundo.’ Es un disco muy personal, y no se va a convertir en un disco político de la noche a la mañana. Pero ahora tiene que pasar por el filtro de lo que está pasando en el resto del mundo.”
“Todos pensamos, está bien, mejor nos damos un momento para recapacitar acerca de esto. Realmente, queremos reflejar nuestra respuesta.”
“Contextualmente,” agrega Clayton, The Joshua Tree parecía en cierto modo reflejar los cambios que estaban sucediendo en el mundo durante el período Thatcher/Reagan. Parece que hemos cerrado un círculo completo y estamos nuevamente ahí con un elenco personajes diferentes.”
La idea inicial de U2 era realizar solo un par de shows, posiblemente en festivales en el Reino Unido y en los Estados Unidos, luego el plan se disparó. Una inspiración pudo haber sido la aclamada gira The River Tour de 2016 de Bruce Springsteen – tanto por la forma en la que pareció permitir a Springsteen hacer un balance como por su éxito monetario (The River fue la gira de mayor recaudación del año). “Como Bruce Springsteen dijo recientemente,” observa el baterista de U2 Larry Mullen Jr, “las canciones te llevan de vuelta y te llevan hacia adelante. Creo eso.”
“Si recuerdas, fui uno de los que quiso cortar al Árbol de Joshua,” bromea Bono. “Pero creo que la experiencia de Songs Of Innocence tuvo un profundo efecto en todos nosotros. Si quieres ir al futuro, tienes que al menos ir a visitar al pasado. No tienes que quedarte allí, pero tienes que visitarlo.”
The Joshua Tree – hoy rondando los 30 millones de copias vendidas mundialmente – fue la carta de amor ambivalente de U2 a los Estados Unidos, un disco compuesto y lanzado en la época de Reagan, que ahora será revivido en la incierta era de Trump. En 1987, Bono era citado diciendo que las letras del disco eran acerca de “mi amor a América y mi temor a lo que América podría llegar a ser.” Tres décadas después, sigue siendo una declaración potente.
Cuando se trata del recientemente asumido presidente Nº 45, U2 ya ha establecido su postura, incluyendo videos tomados de la campaña de Trump en sus dos espectáculos realizados el año pasado. En Las Vegas en septiembre, durante la canción “Desire”, Bono le hizo el eco al entonces candidato republicano repitiendo la frase, “¿Qué tienes que perder?” con la respuesta, “¡Todo!” En California, al mes siguiente, el cantante dialogó furiosamente con clips de Trump durante “Bullet The Blue Sky” de The Joshua Tree antes de gritar, “¡Candidato… está despedido!”
“Bueno, mi salida contra Trump era mucho más personal que política, en realidad,” dice ahora Bono. “Fue una cuestión de conciencia para mí. Su amenaza a los protestantes con violencia me puso en guardia (risas), ya que naturalmente soy uno de esos protestantes.”
Por supuesto, pocos predijeron que Trump llegaría a la presidencia. Pero ahora que ocupa la oficina más importante, le presenta a Bono un dilema. ¿Como artista, seguirá criticando a Trump, sabiendo que, como imagen líder de la campaña ONE que lucha contra la pobreza mundial, ha adoptado una postura bipartidista con George W. Bush y Barack Obama, teniendo que bajar su ira si tiene alguna esperanza de trabajar con él? Es una pregunta por la que el cantante aun está claramente trabajando la respuesta.
“Espero que la organización pueda sufrirme rompiendo filas,” suspira. “Pero soy un artista, como así también, un miembro de ONE, y a veces, tengo que pararme y decir la verdad como la veo al poder. En mi trabajo en la campaña ONE, si podemos encontrar un terreno común para trabajar, estaré muy feliz de hacerlo. Tengo un mensaje de un socio de hace mucho tiempo del presidente Trump que me llegó y dice, ‘Mira, no estamos pensando en el pasado, estamos pensando acerca del futuro, y por favor estate listo para trabajar juntos.”
¿Pero Bono puede realmente imaginar hacer eso?
“Mis pensamientos eran… si hay algo real detrás de eso, y hay compromisos reales – y se que su hija Ivanka está muy interesada en cuestiones de género – entonces trabajaríamos juntos. Pero sigo teniendo sentimientos muy fuertes acerca de América y no es probable que me detenga.”
En otras palabras, como el resto de nosotros, Bono está observando este rápido movimiento de noticias, y preparándose para cualquier cosa. Sin embargo, insiste con que el tramo norteamericano del The Joshua Tree Tour 2017 estará basado en problemas y una “meditación sobre América.”
“Así que cuando canto ‘Red Hill Mining Town’ donde sea, es resonante ahora,” señala. “La América que encontramos cuando éramos veinteañeros no es diferente de la que está ahí ahora.”
Cuando se trata del recientemente asumido presidente Nº 45, U2 ya ha establecido su postura, incluyendo videos tomados de la campaña de Trump en sus dos espectáculos realizados el año pasado. En Las Vegas en septiembre, durante la canción “Desire”, Bono le hizo el eco al entonces candidato republicano repitiendo la frase, “¿Qué tienes que perder?” con la respuesta, “¡Todo!” En California, al mes siguiente, el cantante dialogó furiosamente con clips de Trump durante “Bullet The Blue Sky” de The Joshua Tree antes de gritar, “¡Candidato… está despedido!”
“Bueno, mi salida contra Trump era mucho más personal que política, en realidad,” dice ahora Bono. “Fue una cuestión de conciencia para mí. Su amenaza a los protestantes con violencia me puso en guardia (risas), ya que naturalmente soy uno de esos protestantes.”
Por supuesto, pocos predijeron que Trump llegaría a la presidencia. Pero ahora que ocupa la oficina más importante, le presenta a Bono un dilema. ¿Como artista, seguirá criticando a Trump, sabiendo que, como imagen líder de la campaña ONE que lucha contra la pobreza mundial, ha adoptado una postura bipartidista con George W. Bush y Barack Obama, teniendo que bajar su ira si tiene alguna esperanza de trabajar con él? Es una pregunta por la que el cantante aun está claramente trabajando la respuesta.
“Espero que la organización pueda sufrirme rompiendo filas,” suspira. “Pero soy un artista, como así también, un miembro de ONE, y a veces, tengo que pararme y decir la verdad como la veo al poder. En mi trabajo en la campaña ONE, si podemos encontrar un terreno común para trabajar, estaré muy feliz de hacerlo. Tengo un mensaje de un socio de hace mucho tiempo del presidente Trump que me llegó y dice, ‘Mira, no estamos pensando en el pasado, estamos pensando acerca del futuro, y por favor estate listo para trabajar juntos.”
¿Pero Bono puede realmente imaginar hacer eso?
“Mis pensamientos eran… si hay algo real detrás de eso, y hay compromisos reales – y se que su hija Ivanka está muy interesada en cuestiones de género – entonces trabajaríamos juntos. Pero sigo teniendo sentimientos muy fuertes acerca de América y no es probable que me detenga.”
En otras palabras, como el resto de nosotros, Bono está observando este rápido movimiento de noticias, y preparándose para cualquier cosa. Sin embargo, insiste con que el tramo norteamericano del The Joshua Tree Tour 2017 estará basado en problemas y una “meditación sobre América.”
“Así que cuando canto ‘Red Hill Mining Town’ donde sea, es resonante ahora,” señala. “La América que encontramos cuando éramos veinteañeros no es diferente de la que está ahí ahora.”
NO QUERÍA QUE THE JOSHUA TREE SONARA COMO UNA BANDA
Cómo Brian Eno cambió a U2.
Por Brian Eno
NO CONOCÍA MUCHO acerca de U2 antes que entraran en contacto conmigo, conocía una o dos de sus canciones. Me gustaba mucho “Sunday Bloody Sunday”. Estaba viviendo en Norteamérica en ese momento y no estaba pensando mucho acerca de producir. Realmente, me tomó por sorpresa que se pusieran en contacto conmigo.
Recuerdo la primera conversación que tuve al teléfono con ellos, le decía a Bono, “Lo único es que, ya sabes, si trabajo contigo, probablemente vaya a presionar a la música en una dirección completamente diferente.” Él me dijo, “Eso es exactamente lo que queremos hacer,” todavía me sentía muy cauteloso sobre todo esto porque soy muy obstinado. Nunca he sido esa especie de productor que se sienta ahí y que sonríe mientras algo que está pasando no le gusta. Siempre creo que mi responsabilidad es tratar de hacer la mejor música posible que pueda imaginar.
Venimos de diferentes orígenes musicales. Me había estado moviendo hacia una música más tranquila y silenciosa que era la dirección opuesta a donde ellos querían ir. Tenían una trayectoria de carrera obvia frente a ellos si querían tomarla y no lo hicieron. Querían hacer algo más que eso.
La relación de trabajo, como siempre, necesitó de un tiempo para establecerse. Los diferentes papeles que las personas tomaron se ubicaron bastante rápido. Por supuesto, Bono es muy visionario y ambicioso. Creo que una de las cosas que me impresionaron acerca de la banda fue que eran muy renuentes a conformarse con algo menos que absolutamente brillante. Son muy trabajadores. Muy determinados y obstinados. Casi testarudos. Tiendes a pensar, Dios, la hacen difícil ellos mismos a veces.
Una de las cosas que traje conmigo fue que la música moderna se hace en los estudios. Así que posiblemente te pierdes un montón de oportunidades si solo ensayas tu música y te paras frente a micrófonos y la interpretas. Un montón de cosas que ellos estuvieron escuchando y disfrutando, musicalmente, realmente fueron productos del estudio, por ejemplo, las grabaciones de los Talking Heads. Ellos empezaron a entender que están esas cosas que puedes hacer en estudios que no podrías de otra manera.
No quería que The Joshua Tree sonara como una banda, nunca estoy feliz cuando escucho música y tengo una imagen en mi cabeza de cuatro personas tocando instrumentos. Lo que quiero es algo diferente a eso. Quiero una película de algún tipo. Siempre quise crear grandes imágenes en las mentes de las personas y una de las maneras en las que pensé fue decir, no quiero que la música tenga un claro marco. No quiero que las personas solo escuchen la guitarra, el bajo, la batería y la voz. Quiero que esos sonidos se ubiquen dentro de un mundo sónico de alguna clase. Ese fue mi pensamiento – tratar de expandir la música de alguna manera para hacer una imagen mucho más grande.
FUE EN LA PRIMAVERA DE 1985, mientras giraban para presentar The Unforgettable Fire* que llegaron a las principales ciudades de los Estados Unidos, ese U2 empezó a enamorarse fuerte por América. Viajando en autobuses prestados por estrellas country – los interiores de un roble oscuro que, como Adam Clayton recuerda, “parecían un poco a un bar del lejano oeste… inevitablemente tendrían un set de cuernos de vaca en alguna parte” – los miembros de la banda recorrieron millas y millas a través de ese basto continente.
Mirando a ese interminable y épico escenario, viendo sus rostros reflejados en el vidrio de las ventanas del autobús de la gira, empezaron a preguntarse cómo encajaron en ese enorme cuadro. “No solo llegamos, tocamos en las ciudades de moda y a la mierda,” argumenta Bono. “Nos encantaron los paisajes por donde pasábamos. Esa América mítica, creo que todos perdíamos en eso.”
Para pasar sus horas de inactividad, la banda se empapó del americanismo: leyendo Flannery O’Connor, Norman Mailer y Raymond Carver, sintonizando estaciones de radios locales para escuchar country y blues, deteniéndose en paradas de camiones que vendían sombreros de vaqueros y chalecos de cuero. “Éramos parte del movimiento post-punk,” dice Edge, “que era la negación del blues y las influencias americanas. Fue como un manantial de inspiraciones que pudimos aprovechar.”
Al mismo tiempo, mientras su público aumentaba al nivel arena y The Unforgettable Fire alcanzaba el número 12 en los Estados Unidos, los hits no se daban ahí para U2, con “Pride (In The name Of Love)” decepcionantemente atascado en el puesto 33 en el Billboard Hot 100. “Tratábamos de llegar a la radio e imponer una canción,” admite, el entonces manager de la banda, Paul McGuinness, “y no tuvimos éxito haciendo eso.”
Entonces, en el verano de 1985, llegó el Live Aid, en el que U2, inicialmente, creyó que lo habían arruinado. Bono desapareció del escenario durante “Bad” – la elegía de adictos de The Unforgettable Fire – mientras trabajaba para subir a una chica del público para un baile. Entre tanto, su espacio de tiempo se evaporó, forzándolos a cortar “Pride” del set programado. Sin embargo, el drama sucedía frente a cerca de dos mil millones de pantallas de televisión, y fue esa actuación la que lo logró. “Tuvo un enorme efecto en la carrera de U2,” dice McGuinness. “Todos los discos alcanzaron los rankings al día siguiente.”
Mucho, entonces, se estaba jugando en el próximo disco de U2. En enero de 1986, siguiendo una experiencia positiva en locaciones como Slane Castle cerca de Drogheda con Brian Eno y Daniel Lanois para The Unforgettable Fire, el mismo equipo entró a Danesmoate, una mansión georgiana ubicada en la ladera de las montañas de Wicklow, en la parte sur de Dublín. Al quitar la puerta entre sus salas de estar y de techos altos y reemplazándola con una placa de plexiglás, formaron un entorno de grabación donde se liberarían de las presiones del tic-tac del reloj del estudio.
“Edge lo encontró… creo que necesitaba más salas para su equipamiento de guitarras,” bromea Mullen. “Fue algo diferente, con pocas distracciones. La casa tenía un ambiente especial.”
En contraste con las producciones contundentes y cada vez más digitales de los 80, Edge recuerda que la parte de la inspiración sónica para The Joshua Tree vino del disco de 1985 de Nick Cave & The Bad Seed, *The Firstborn Is Dead”, grabado en una cámara de reverberación en los Hansa Studios de Berlín. U2 reclutó a su coproductor, Mark “Flood” Ellis, para sus sesiones. “Simplemente pensamos, esto es lo que queremos… el sonido de una sala,” dice el guitarrista. “Ese ambiente, esa sensación no clínica.”
“Fue nuestro taller de sonido,” dice Clayton. “Simplemente llegamos, hicimos ruido y dejamos que la química de la banda, Brian y Danny sucediera.”
Entonces, como ahora, U2 era una banda sin una fórmula creativa, tanto como para ayudarlos o para obstaculizarlos. Brian Eno admitió en 2006 que esto era a veces una manera complicada de operar. “Se estaban moviendo hacia una manera de trabajar más exploratoria,” recordaba. “[Pero] entonces te metes en ese problema de ir al estudio y ahí realmente no hay nada de donde empezar y eso es un poco aterrador.”
“Para nosotros la magia a menudo sucede en esos momentos donde nadie está prestando atención,” explica Edge. “Se trata de experimentación, exploración y descubrimiento.”
Mirando a ese interminable y épico escenario, viendo sus rostros reflejados en el vidrio de las ventanas del autobús de la gira, empezaron a preguntarse cómo encajaron en ese enorme cuadro. “No solo llegamos, tocamos en las ciudades de moda y a la mierda,” argumenta Bono. “Nos encantaron los paisajes por donde pasábamos. Esa América mítica, creo que todos perdíamos en eso.”
Para pasar sus horas de inactividad, la banda se empapó del americanismo: leyendo Flannery O’Connor, Norman Mailer y Raymond Carver, sintonizando estaciones de radios locales para escuchar country y blues, deteniéndose en paradas de camiones que vendían sombreros de vaqueros y chalecos de cuero. “Éramos parte del movimiento post-punk,” dice Edge, “que era la negación del blues y las influencias americanas. Fue como un manantial de inspiraciones que pudimos aprovechar.”
Al mismo tiempo, mientras su público aumentaba al nivel arena y The Unforgettable Fire alcanzaba el número 12 en los Estados Unidos, los hits no se daban ahí para U2, con “Pride (In The name Of Love)” decepcionantemente atascado en el puesto 33 en el Billboard Hot 100. “Tratábamos de llegar a la radio e imponer una canción,” admite, el entonces manager de la banda, Paul McGuinness, “y no tuvimos éxito haciendo eso.”
Entonces, en el verano de 1985, llegó el Live Aid, en el que U2, inicialmente, creyó que lo habían arruinado. Bono desapareció del escenario durante “Bad” – la elegía de adictos de The Unforgettable Fire – mientras trabajaba para subir a una chica del público para un baile. Entre tanto, su espacio de tiempo se evaporó, forzándolos a cortar “Pride” del set programado. Sin embargo, el drama sucedía frente a cerca de dos mil millones de pantallas de televisión, y fue esa actuación la que lo logró. “Tuvo un enorme efecto en la carrera de U2,” dice McGuinness. “Todos los discos alcanzaron los rankings al día siguiente.”
Mucho, entonces, se estaba jugando en el próximo disco de U2. En enero de 1986, siguiendo una experiencia positiva en locaciones como Slane Castle cerca de Drogheda con Brian Eno y Daniel Lanois para The Unforgettable Fire, el mismo equipo entró a Danesmoate, una mansión georgiana ubicada en la ladera de las montañas de Wicklow, en la parte sur de Dublín. Al quitar la puerta entre sus salas de estar y de techos altos y reemplazándola con una placa de plexiglás, formaron un entorno de grabación donde se liberarían de las presiones del tic-tac del reloj del estudio.
“Edge lo encontró… creo que necesitaba más salas para su equipamiento de guitarras,” bromea Mullen. “Fue algo diferente, con pocas distracciones. La casa tenía un ambiente especial.”
En contraste con las producciones contundentes y cada vez más digitales de los 80, Edge recuerda que la parte de la inspiración sónica para The Joshua Tree vino del disco de 1985 de Nick Cave & The Bad Seed, *The Firstborn Is Dead”, grabado en una cámara de reverberación en los Hansa Studios de Berlín. U2 reclutó a su coproductor, Mark “Flood” Ellis, para sus sesiones. “Simplemente pensamos, esto es lo que queremos… el sonido de una sala,” dice el guitarrista. “Ese ambiente, esa sensación no clínica.”
“Fue nuestro taller de sonido,” dice Clayton. “Simplemente llegamos, hicimos ruido y dejamos que la química de la banda, Brian y Danny sucediera.”
Entonces, como ahora, U2 era una banda sin una fórmula creativa, tanto como para ayudarlos o para obstaculizarlos. Brian Eno admitió en 2006 que esto era a veces una manera complicada de operar. “Se estaban moviendo hacia una manera de trabajar más exploratoria,” recordaba. “[Pero] entonces te metes en ese problema de ir al estudio y ahí realmente no hay nada de donde empezar y eso es un poco aterrador.”
“Para nosotros la magia a menudo sucede en esos momentos donde nadie está prestando atención,” explica Edge. “Se trata de experimentación, exploración y descubrimiento.”
ADEMÁS, LA CRISIS DE CONFIANZA Y COMPROMISO que U2 había sufrido alrededor de October de 1981 – cuando ellos lucharon dolorosamente con la vida en una banda de rock and roll encuadrada con la fe cristiana que tres de cuatro de ellos apoyaban – aun no se había resuelto del todo. “Éramos y aun seguimos siendo creyentes lectores de la Biblia,” apunta Bono. “Y eso te hace una compañía extraña. Había un poco de… ¿somos unos bichos raros? Y la respuesta… Sí. Estábamos luchando por razones para estar en la banda y no dejar que la banda destruyera nuestras vidas y nuestros matrimonios.”
Algo de esa angustia salió a la superficie en “With Or Without You”, una canción que atrapó a Bono entre una vida de domesticidad y una artísticamente libre. “Tenía algunas cosas emocionalmente difíciles sucediendo,” confiesa. “No entendí en ese momento la libertad que recibiría de una relación comprometida. (Risas) Me sentía culpable si me ponía a hablar con alguien en la compañía discográfica que fuera realmente atractiva. Es por eso que ‘With Or Without You’ es tan operístico, y eso está bien.”
La referencia para la canción, originalmente, vino de los playbacks de estudio de Suicide (en particular, Cheree del disco epónimo debut de 1977, del dúo electrónico de New York) y del arribo de la Guitarra Infinita del amigo de Lanois, Michael Brook – un prototipo que prometía un sostenido que, si se ensamblaba equivocadamente, le daría a quien lo usara descargas eléctricas. En las manos de Edge produjo el corazón de la canción.
“Estoy en una habitación experimentando con esta cosa,” recuerda, “y [el cantante de Virgin Prunes y compadre de U2] Gavin [Friday] y Bono están en la otra habitación escuchando ‘With Or Without You’. De pronto me escuchan y yo no estoy escuchando la pista y ellos salen diciendo, ‘¿Qué carajos es eso? Es increíble.’”
Otro momento de espontaneidad inspirada vino cuando la banda estaba tocando sobre una parte de la batería de Mullen recuperada de una pista abandonada, llamada “Under The Weather Girls” y Lanois comenzó a cantar un gancho vocal en un estilo soul en el oído de Bono. “Dijo, ‘¡Esta bien, no cantes más!’” recuerda Lanois. “Y luego se fue.” El resultado fue la búsqueda de luz y teñida de góspel, “I Still Haven’t Found What I’m Looking For”, creada virtualmente en el lugar. “No creo que hubiera sucedido si Danny no estaba en la sala,” admite Bono.
Los títulos provisionales para el quinto disco de U2 comenzaron a emerger – The Desert Songs, The Two Americas – en parte informado por los recientes viajes de Bono a Etiopía y Centroamérica: en El Salvador fue testigo de primera mano de la intervención de los Estados Unidos en la guerra civil del país. “Sí, los viajes a El Salvador y Nicaragua fueron realmente reveladores,” dice. “Fui con esa especie de grupo cristiano de izquierda que estaba rescatando personas. Pero, también, fuimos a territorio respaldado por rebeldes y nos asustamos mucho cuando fuimos testigos, a lo lejos, de un bombardeo de un territorio rebelde.”
El resultado fue el estruendoso zepeliano “Bullet The Blue Sky” en la que Bono representó a Reagan con “su rostro rojo como una rosa en un arbusto de espinas” arrojando cientos de dólares. Antes de grabar su tremendo solo de guitarra, Edge fue instruido vívidamente por Bono al decirle “pon a El Salvador a través de tu amplificador.” Por otro lado, lo que Clayton llama la “oscuridad del escuadrón de la muerte” de “Mothers Of The Disappeared” fue un himno para aquellos que habían sido “desaparecidos” en las manos de regímenes en Centroamérica y Sudamérica.
“Es algo ominoso,” dice el bajista de la canción. “Pero hay un optimismo en la melodía que puede sobrevivir a esas fuerzas oscuras, así como el reconocimiento que esas fuerzas oscuras son demoníacas en estas situaciones.”
A medida que las sesiones para lo que se volvería The Joshua Tree se aceleraban a la meta final, una canción estaba resultando casi imposible que diera en el clavo. Construida alrededor de un riff de guitarra de Edge con triple eco, estuvo concebida como una canción que resumiría todas las ideas de la banda para el disco y que caminaría alto en el establecimiento en vivo (sin presiones entonces). Pero la creación de “Where The Streets Have No Name” enfureció y exasperó a todos los involucrados.
“Era más como Neu! que cualquier otra cosa que hayamos hecho antes,” dice el guitarrista. “Ninguno de nosotros había tenido que tocar con esa clase de precisión y disciplina.”
Daniel Lanois recuerda tener que “conducir” a U2 a través de los cambios de la canción, compuesta en una enorme pizarra, en la que señalaba los puntos apropiados con un taco de pool. “Creo que podríamos decir de manera diplomática y justa,” dice, “que U2 aun no había completado sus doctorados físicos en música. Así que tuve que ser un profesor de ciencias.”
Pero los ajustes continuaron en el master tape de la canción, con acordes y partes que eran indefinidamente cambiados. Al final de esa cuerda, Eno trataba de establecer un “accidente” para borrar la pista y forzar a U2 a comenzar de nuevo, solo para ser contenido de hacer eso por el ingeniero Pat McCarthy. “Eno no era tan paciente como lo era en ese momento,” se ríe Lanois. “Era un viejo malhumorado, incluso en aquel entonces.”
“Fue una saga ridícula, esa canción,” lamenta Eno. “Dios, fue terrible. Estimo que el 40 por ciento del tiempo se perdió en esa única canción. Se volvió una especie de extraña obsesión. Así que pensé, bueno si el tape se pierde o se daña, podríamos empezar de nuevo. [Pero] no lo hice.”
En la última etapa, U2 trajo a Steve Lillywhite – productor de sus primeros tres discos y un confiado par de oídos, especialmente, donde se trataba de potenciales singles. “Brian y Danny estaban un poco fritos,” dice hoy Lillywhite. “Fue un caso de pase de mando.” Especialmente importante era la mezcla de Lillywhite de “With Or Without You”. “Fue como abrir una flor,” dice. “Toda la canción solo sigue prolongándose.”
“Un gran 45, como se los conocía,” dice Bono. “Nunca fuimos geniales en ese tipo de compresión y coherencia. No fue el fuerte de U2. Steve hizo una mezcla magistral y de repente se puso en foco. ‘With Or Without You’ y ‘I Still Haven’t Found What I’m Looking For’ se terminaron juntas justo al final. Así que ahora teníamos dos singles. La banda que usualmente no tenía ninguno. Y la emoción de eso… eso es lo que creo que cambió todo para nosotros.”
Algo de esa angustia salió a la superficie en “With Or Without You”, una canción que atrapó a Bono entre una vida de domesticidad y una artísticamente libre. “Tenía algunas cosas emocionalmente difíciles sucediendo,” confiesa. “No entendí en ese momento la libertad que recibiría de una relación comprometida. (Risas) Me sentía culpable si me ponía a hablar con alguien en la compañía discográfica que fuera realmente atractiva. Es por eso que ‘With Or Without You’ es tan operístico, y eso está bien.”
La referencia para la canción, originalmente, vino de los playbacks de estudio de Suicide (en particular, Cheree del disco epónimo debut de 1977, del dúo electrónico de New York) y del arribo de la Guitarra Infinita del amigo de Lanois, Michael Brook – un prototipo que prometía un sostenido que, si se ensamblaba equivocadamente, le daría a quien lo usara descargas eléctricas. En las manos de Edge produjo el corazón de la canción.
“Estoy en una habitación experimentando con esta cosa,” recuerda, “y [el cantante de Virgin Prunes y compadre de U2] Gavin [Friday] y Bono están en la otra habitación escuchando ‘With Or Without You’. De pronto me escuchan y yo no estoy escuchando la pista y ellos salen diciendo, ‘¿Qué carajos es eso? Es increíble.’”
Otro momento de espontaneidad inspirada vino cuando la banda estaba tocando sobre una parte de la batería de Mullen recuperada de una pista abandonada, llamada “Under The Weather Girls” y Lanois comenzó a cantar un gancho vocal en un estilo soul en el oído de Bono. “Dijo, ‘¡Esta bien, no cantes más!’” recuerda Lanois. “Y luego se fue.” El resultado fue la búsqueda de luz y teñida de góspel, “I Still Haven’t Found What I’m Looking For”, creada virtualmente en el lugar. “No creo que hubiera sucedido si Danny no estaba en la sala,” admite Bono.
Los títulos provisionales para el quinto disco de U2 comenzaron a emerger – The Desert Songs, The Two Americas – en parte informado por los recientes viajes de Bono a Etiopía y Centroamérica: en El Salvador fue testigo de primera mano de la intervención de los Estados Unidos en la guerra civil del país. “Sí, los viajes a El Salvador y Nicaragua fueron realmente reveladores,” dice. “Fui con esa especie de grupo cristiano de izquierda que estaba rescatando personas. Pero, también, fuimos a territorio respaldado por rebeldes y nos asustamos mucho cuando fuimos testigos, a lo lejos, de un bombardeo de un territorio rebelde.”
El resultado fue el estruendoso zepeliano “Bullet The Blue Sky” en la que Bono representó a Reagan con “su rostro rojo como una rosa en un arbusto de espinas” arrojando cientos de dólares. Antes de grabar su tremendo solo de guitarra, Edge fue instruido vívidamente por Bono al decirle “pon a El Salvador a través de tu amplificador.” Por otro lado, lo que Clayton llama la “oscuridad del escuadrón de la muerte” de “Mothers Of The Disappeared” fue un himno para aquellos que habían sido “desaparecidos” en las manos de regímenes en Centroamérica y Sudamérica.
“Es algo ominoso,” dice el bajista de la canción. “Pero hay un optimismo en la melodía que puede sobrevivir a esas fuerzas oscuras, así como el reconocimiento que esas fuerzas oscuras son demoníacas en estas situaciones.”
A medida que las sesiones para lo que se volvería The Joshua Tree se aceleraban a la meta final, una canción estaba resultando casi imposible que diera en el clavo. Construida alrededor de un riff de guitarra de Edge con triple eco, estuvo concebida como una canción que resumiría todas las ideas de la banda para el disco y que caminaría alto en el establecimiento en vivo (sin presiones entonces). Pero la creación de “Where The Streets Have No Name” enfureció y exasperó a todos los involucrados.
“Era más como Neu! que cualquier otra cosa que hayamos hecho antes,” dice el guitarrista. “Ninguno de nosotros había tenido que tocar con esa clase de precisión y disciplina.”
Daniel Lanois recuerda tener que “conducir” a U2 a través de los cambios de la canción, compuesta en una enorme pizarra, en la que señalaba los puntos apropiados con un taco de pool. “Creo que podríamos decir de manera diplomática y justa,” dice, “que U2 aun no había completado sus doctorados físicos en música. Así que tuve que ser un profesor de ciencias.”
Pero los ajustes continuaron en el master tape de la canción, con acordes y partes que eran indefinidamente cambiados. Al final de esa cuerda, Eno trataba de establecer un “accidente” para borrar la pista y forzar a U2 a comenzar de nuevo, solo para ser contenido de hacer eso por el ingeniero Pat McCarthy. “Eno no era tan paciente como lo era en ese momento,” se ríe Lanois. “Era un viejo malhumorado, incluso en aquel entonces.”
“Fue una saga ridícula, esa canción,” lamenta Eno. “Dios, fue terrible. Estimo que el 40 por ciento del tiempo se perdió en esa única canción. Se volvió una especie de extraña obsesión. Así que pensé, bueno si el tape se pierde o se daña, podríamos empezar de nuevo. [Pero] no lo hice.”
En la última etapa, U2 trajo a Steve Lillywhite – productor de sus primeros tres discos y un confiado par de oídos, especialmente, donde se trataba de potenciales singles. “Brian y Danny estaban un poco fritos,” dice hoy Lillywhite. “Fue un caso de pase de mando.” Especialmente importante era la mezcla de Lillywhite de “With Or Without You”. “Fue como abrir una flor,” dice. “Toda la canción solo sigue prolongándose.”
“Un gran 45, como se los conocía,” dice Bono. “Nunca fuimos geniales en ese tipo de compresión y coherencia. No fue el fuerte de U2. Steve hizo una mezcla magistral y de repente se puso en foco. ‘With Or Without You’ y ‘I Still Haven’t Found What I’m Looking For’ se terminaron juntas justo al final. Así que ahora teníamos dos singles. La banda que usualmente no tenía ninguno. Y la emoción de eso… eso es lo que creo que cambió todo para nosotros.”
EN MARZO DE 1987, “WITH OR WITHOUT YOU” comenzó a llenar las ondas radiales, y se convirtió en el primer single número 1 de U2. Pero la transición del grupo de arenas a estadios no estaba destinada a ser elegante. El show en vivo de U2 de 1987 era un espectáculo en la cuerda floja y, algunas noches, se caían de ella. “Era tanto excitante como aterrador,” dice Mullen. “Para ser honesto, creo que tuvo el mayor impacto en el cantante.”
La inconsistencia de U2 como una banda en vivo en algunas noches enojarían a Bono, cuyos intentos de conectar con la audiencia a menudo llevaban un aire de desesperación. “Éramos unos luchadores callejeros en vez de boxeadores,” reflexiona. “Ser potenciados por el Espíritu Santo es una cosa. Ser potenciados por la furia de tu propio enojo es otra, y en una gran noche (risas) era lo primer. Pero a menudo parecíamos estar alejados de la banda que queríamos ser. Y to no estaba ayudando a las cosas. Quiero decir, necesitaba algún tipo de asesoramiento. Definitivamente. Porque esas canciones estaban desbloqueando todo tipo de cosas en mí.”
“Así que tocaríamos ‘Exit’ [inspirada en el asesinato de Gary Gilmore, como es reflejado en The Executioner’s Song de Norma Mailer], y es una canción realmente oscura. Realmente es negra, y llevaría a la banda a una oscuridad conmigo. Ocasionalmente, terminaría en la audiencia, o me caería del escenario, o haría algo estúpido y me dañaría a mí mismo.”
La lista de calamidades de Bono incluía abrirse su barbilla con el proyector de mano durante “Bullet The Blue Sky” en el primer show en Tempe, después en Washington DC, resbalarse en un escenario mojado y dañarse tres ligamentos de su clavícula izquierda, forzándolo a actuar con un cabestrillo. En retrospectiva, ¿era la imprudencia del cantante una forma de auto dañarse por poder?
“Sí, no es maravilloso, y no es psicológicamente sano,” concede Bono. “Recuerdo uno de los shows que estábamos tocando en algún lugar y me volví sombrío. A veces, si realmente quería batirme, solo debía meter mi cabeza en el bombo de la batería (risas). Me enfrentaría al público, pero con el bombo de la batería de Larry golpeando dentro de mi cabeza. Y, hombre, puede patearte la cabeza.”
Es fácil olvidar lo jóvenes que eran los miembros de U2 en 1987 – hombres apenas pasando sus 25 años, de pronto arrojados al extremo profundo. “Era como, ¡Guau! Esta es una curva de aprendizaje escarpada,” recuerda Edge. “Hacer esto en público, ahí afuera frente a un estadio lleno de gente.”
“Acabo de recordar la miseria total de eso,” admite Clayton. “Es lamentable de decir, pero esa gira, en aquel momento cuando deberíamos estar disfrutando de nosotros mismos y regocijándonos en el éxito, estábamos tratando de averiguar cómo interpretar las canciones en estadios en días cuando no había refuerzos de videos. Y fue muy duro.”
Cada noche, como Paul McGuinness recuerda, había un after-show post-mortem donde él y la banda evaluaban la actuación. A menudo, los ánimos se desataban cuando se trataba de las peligrosas bromas de Bono: “Habría una discusión y prometería no hacerlo de vuelta. Pero, esas promesas no siempre se mantenían.”
Noche tras noche, U2 comenzó a juntar su actuación, para brillar más brillante. La demanda también estaba creciendo, y en un tramo en el verano europeo, agotaron dos shows en Wembley Stadium. Mientras tanto, The Joshua Tree se había vuelto el disco de venta más rápida en la historia de los charts del Reino Unido. En su retorno a América, donde el disco había acaparado el primer puesto por nueve semanas, U2 anotó su segundo single número 1 de los Estados Unidos con “I Still Haven’t Found What I’m Looking For”.
Un momento para una reflexión feliz, tal vez, pero no – la furia de Bono retornó en el McNicols Sports Arena en Denver el 8 de noviembre de 1987, cuando las noticias que llegaron del horrible bombardero del Día del Recuerdo en Enniskillen donde 11 personas, muchos de ellos pensionados, fueron asesinados por el IRA, con otros 63 heridos.
Lejos de casa, en el escenario, en un enfurecido discurso, Bono declaró: “¡A la mierda la revolución! ¿Cuál es la gloria de bombardear un desfile de pensionados de la tercera edad del Día del Recuerdo? Dejarlos morir, o inválidos de por vida, o muertos bajo una pila de escombros de una revolución que la mayoría de las personas de mi país no quieren.”
Era U2 contra el IRA: “Les costamos dinero en los Estados Unidos,” dice Bono ahora, “porque estábamos haciendo campaña contra NORAID, el brazo de financiamiento del IRA. Hablando de eso en ciertos vecindarios [de vuelta en casa], no éramos muy bienvenidos.”
¿El grupo temía represalias? “Eso realmente nunca entró en nuestras mentes,” dice Edge. “Simplemente nos sentimos obligados.”
“Ya sabes,” suspira Clayton, “cuando uno se enfrente a una organización terrorista o, ciertamente, a una cultura que se ha acostumbrado a la ley de los pistoleros, no estás tratando con personas racionales. Pero esa no es una razón para no hablar de ello.”
En medio de este torbellino, con The Joshua Tree en la cima de los charts de discos en 20 países, U2 se aclimató a su nuevo nivel de éxito. Bueno, más o menos. “Viendo hacia atrás,” dice Edge, “puedo ver que ahí había muchas cosas sucediendo en donde comenzamos a mostrar los signos del estrés de todo eso y el impacto sobre nosotros como individuos.”
“La forma de encajar dentro del mundo y evaluar las cosas es alejarse un poco,” dice Clayton. “Desafortunadamente, mi respuesta a eso fue que te vuelves un poco idiota (risas). Y entonces, eventualmente, te calmas.”
La inconsistencia de U2 como una banda en vivo en algunas noches enojarían a Bono, cuyos intentos de conectar con la audiencia a menudo llevaban un aire de desesperación. “Éramos unos luchadores callejeros en vez de boxeadores,” reflexiona. “Ser potenciados por el Espíritu Santo es una cosa. Ser potenciados por la furia de tu propio enojo es otra, y en una gran noche (risas) era lo primer. Pero a menudo parecíamos estar alejados de la banda que queríamos ser. Y to no estaba ayudando a las cosas. Quiero decir, necesitaba algún tipo de asesoramiento. Definitivamente. Porque esas canciones estaban desbloqueando todo tipo de cosas en mí.”
“Así que tocaríamos ‘Exit’ [inspirada en el asesinato de Gary Gilmore, como es reflejado en The Executioner’s Song de Norma Mailer], y es una canción realmente oscura. Realmente es negra, y llevaría a la banda a una oscuridad conmigo. Ocasionalmente, terminaría en la audiencia, o me caería del escenario, o haría algo estúpido y me dañaría a mí mismo.”
La lista de calamidades de Bono incluía abrirse su barbilla con el proyector de mano durante “Bullet The Blue Sky” en el primer show en Tempe, después en Washington DC, resbalarse en un escenario mojado y dañarse tres ligamentos de su clavícula izquierda, forzándolo a actuar con un cabestrillo. En retrospectiva, ¿era la imprudencia del cantante una forma de auto dañarse por poder?
“Sí, no es maravilloso, y no es psicológicamente sano,” concede Bono. “Recuerdo uno de los shows que estábamos tocando en algún lugar y me volví sombrío. A veces, si realmente quería batirme, solo debía meter mi cabeza en el bombo de la batería (risas). Me enfrentaría al público, pero con el bombo de la batería de Larry golpeando dentro de mi cabeza. Y, hombre, puede patearte la cabeza.”
Es fácil olvidar lo jóvenes que eran los miembros de U2 en 1987 – hombres apenas pasando sus 25 años, de pronto arrojados al extremo profundo. “Era como, ¡Guau! Esta es una curva de aprendizaje escarpada,” recuerda Edge. “Hacer esto en público, ahí afuera frente a un estadio lleno de gente.”
“Acabo de recordar la miseria total de eso,” admite Clayton. “Es lamentable de decir, pero esa gira, en aquel momento cuando deberíamos estar disfrutando de nosotros mismos y regocijándonos en el éxito, estábamos tratando de averiguar cómo interpretar las canciones en estadios en días cuando no había refuerzos de videos. Y fue muy duro.”
Cada noche, como Paul McGuinness recuerda, había un after-show post-mortem donde él y la banda evaluaban la actuación. A menudo, los ánimos se desataban cuando se trataba de las peligrosas bromas de Bono: “Habría una discusión y prometería no hacerlo de vuelta. Pero, esas promesas no siempre se mantenían.”
Noche tras noche, U2 comenzó a juntar su actuación, para brillar más brillante. La demanda también estaba creciendo, y en un tramo en el verano europeo, agotaron dos shows en Wembley Stadium. Mientras tanto, The Joshua Tree se había vuelto el disco de venta más rápida en la historia de los charts del Reino Unido. En su retorno a América, donde el disco había acaparado el primer puesto por nueve semanas, U2 anotó su segundo single número 1 de los Estados Unidos con “I Still Haven’t Found What I’m Looking For”.
Un momento para una reflexión feliz, tal vez, pero no – la furia de Bono retornó en el McNicols Sports Arena en Denver el 8 de noviembre de 1987, cuando las noticias que llegaron del horrible bombardero del Día del Recuerdo en Enniskillen donde 11 personas, muchos de ellos pensionados, fueron asesinados por el IRA, con otros 63 heridos.
Lejos de casa, en el escenario, en un enfurecido discurso, Bono declaró: “¡A la mierda la revolución! ¿Cuál es la gloria de bombardear un desfile de pensionados de la tercera edad del Día del Recuerdo? Dejarlos morir, o inválidos de por vida, o muertos bajo una pila de escombros de una revolución que la mayoría de las personas de mi país no quieren.”
Era U2 contra el IRA: “Les costamos dinero en los Estados Unidos,” dice Bono ahora, “porque estábamos haciendo campaña contra NORAID, el brazo de financiamiento del IRA. Hablando de eso en ciertos vecindarios [de vuelta en casa], no éramos muy bienvenidos.”
¿El grupo temía represalias? “Eso realmente nunca entró en nuestras mentes,” dice Edge. “Simplemente nos sentimos obligados.”
“Ya sabes,” suspira Clayton, “cuando uno se enfrente a una organización terrorista o, ciertamente, a una cultura que se ha acostumbrado a la ley de los pistoleros, no estás tratando con personas racionales. Pero esa no es una razón para no hablar de ello.”
En medio de este torbellino, con The Joshua Tree en la cima de los charts de discos en 20 países, U2 se aclimató a su nuevo nivel de éxito. Bueno, más o menos. “Viendo hacia atrás,” dice Edge, “puedo ver que ahí había muchas cosas sucediendo en donde comenzamos a mostrar los signos del estrés de todo eso y el impacto sobre nosotros como individuos.”
“La forma de encajar dentro del mundo y evaluar las cosas es alejarse un poco,” dice Clayton. “Desafortunadamente, mi respuesta a eso fue que te vuelves un poco idiota (risas). Y entonces, eventualmente, te calmas.”
EL DESCUBRIMIENTO DEL TEQUILA POR PARTE DE U2, CIERTAMENTE, AYUDÓ. En algún lugar en el medio de la gira, gracias al espíritu social-lubricante mexicano, la banda comenzó a relajarse y divertirse. “Descubrimos el tequila al revés,” recuerda Edge. “Alguien pone su cabeza hacia atrás y le ponen sal en su boca, una lima apretada, y dos shots de tequila. Su cabeza es sacudida y entonces luego se pone de pie y lo traga.”
Después del show, la fiesta llegaba en pocas horas. Para las 5am, los U2 estaban a menudo buscando un jacuzzi. “Podías ver salir el sol desde un jacuzzi dudosamente limpio,” recuerda Clayton, “compartido con todos tus compañeros.”
Otra forma para desahogarse fue The Dalton Brothers, la falsa y poco ensayada banda de country y western que impulsivamente se juntó para hacerles de soporte una noche en Indianápolis cuando la banda original, Los Lobos, estaban demorados a causa del mal tiempo. Con pelucas de cuarta, lentes y sombreros de cowboy, como Alton Dalton (Bono), Luke (Edge), Duke (Larry) y Betty (Adam), tocaban covers de mala calidad como “Tequila Sunrise” de Eagles y “Lost Highway” de Hank Williams, para abucheo de sus propios fans que no los reconocían.
“Otra vez, creo que, sin el refuerzo del video, nadie podría vernos realmente,” dice riendo Clayton. “Todos escuchaban que era una especie de banda mala de música country.”
“Tomamos el trabajo increíblemente de forma seria,” dice Edge. “Pero nunca nos tomamos a nosotros mismos seriamente. Siempre tenemos una risa. Siempre entendimos esa diferencia.”
Por otro lado, ser acogidos por el mundo del espectáculo de Hollywood tomó algo de tiempo para que U2 se acostumbrara. Cuando Jane Fonda lanzó una fiesta en su honor, la banda, equivocó la etiqueta, apareció horas más tarde cuando la mayoría de los invitados se habían ido. En Las Vegas, en el Casino Golden Nugget, sentados en una mesa de la primera fila para un show íntimo de Frank Sinatra, de pronto se dieron cuenta que estaba tremendamente mal vestidos. En un momento la estrella pidió que una luz iluminara la mesa de U2, ofreciendo las irónicas palabras, “Pueden ser los números 1, pero no han gastado ni una moneda en sus ropas.”
“Recuerdo a Bono agarrándome,” dice Paul McGuinness, “diciendo, ‘Oh Dios, ¿qué hacemos?’ Le dije, levántate y saluda al público.”
“Frank estaba genuinamente sorprendido por la falta de elegancia, él acababa de presentarnos a su multitud incrustada de diamantes,” dice Bono. “Parecíamos un grupo de vagabundos. Pero ese fue un gran momento.”
Menos bienvenida fue la creciente obsesión de Michael Jackson con U2 después de que The Joshua Tree venciera a Bad en los Grammy como Disco del Año en 1988. Posteriormente, solicitó al management de U2 un permiso para enviar un equipo privado de filmación a Dublín para grabar a la banda trabajando en el estudio. “Michael quería observarnos en nuestro hábitat natural,” señala Bono, aun incrédulo. “Pensé que sería un poco extraño,” dice McGuinness. Comprensiblemente, dijeron que no.
De hecho, U2 tenía sus propios planes para una película, con un equipo haciéndoles de sombra a través del The Joshua Tree Tour que se transformaría en Rattle And Hum, una película autofinanciada que se les escapó cuando Paramount se involucró. Edge recuerda que las alarmas sonaron en una reunión con los jefes del estudio donde posters promocionales de casi 2 metros de los miembros de la banda les fueron presentados: “Habían retocado toda mi barba.”
Posteriormente, despreciada como una desafortunada entrega servil a Yanquilandia, Rattle And Hum, a pesar de todo, tuvo sus momentos inconoclastas y brillantes, como cuando se ven a los U2 trabajando en los acordes para “All Along The Watchtower” de Dylan/Hendrix, minutos antes de subir al escenario para un concierto al aire libre en Justin Herman Plaza de San Francisco.
“Estaba muy avergonzado porque solo tenía dos cuerdas funcionando [en mi guitarra],” dice Bono. “Pero pensé que sería bastante bueno hacer algo así, como una banda de garaje. Bob Dylan siempre decía, (imitando la voz seca de Dylan) ‘Gracias por tu “All Along The Watchtower”. Nunca llegué a terminarla…’”
Sin embargo, la muy publicitada Rattle And Hum – la película, el disco, la remera – gastó mucho del crédito que The Joshua Tree había acumulado.
“En vez de U2 rindiendo homenaje como amateurs,” dice Bono, “fue un poco como ‘ahora U2 cree que son expertos sobre la música americana’. Estuvimos descubriendo esa ‘autenticidad’ en una especie de fácil lectura de esa palabra que no era donde U2 debería estar. Parados ahí como ‘músicos reales’ con otros músicos reales mucho mejores (risas), vestidos como trovadores. Nunca podríamos competir en ese mundo de la tan llamada autenticidad. Fuimos de una tradición diferente. Fuimos de la no tradición.”
Por todos conocido, desde el escenario de su concierto de Año Nuevo de 1989, en The Point, Dublín, el cantante anunció que U2 tenía que irse y “soñarlo todo de nuevo”. Una canción del disco Rattle And Hum quizá apuntó el camino a seguir – la punzante, asistida con una batería mecánica, e impresionantemente modernista “God Part II”, particularmente la parte, *“No creo en los 60, la edad de oro del pop/ Glorificas el pasado cuando el futuro se agota.” ¿Un mensaje para ellos mismos, entonces y ahora?
“Bueno, esa es la insignia,” dice Bono, siendo dueño de la mezcla de sensaciones acerca de su pendiente período de retrospección. “Deberías hacer remeras con eso para esta gira… porque es así. Si miras en el espejo retrovisor por mucho más tiempo que este verano (risas), alguien podría llamar a la policía.”
“Puedo escuchar algunos artistas que habría estado escuchando,” dice, “ya sea Nick Cave o Echo And The Bunnymen. Puedo escucharlos en las letras. También puedo escucharlos, aunque a disgusto, en el canto. Es un gran canto y lo entiendo, y entiendo que es declarativo y abierto. Pero, eso me arruina la diversión.”
Lo que explica el por qué, para una nueva mezcla de “Red Hill Mining Town” dirigida para Steve Lillywhite y destinada para un futuro lanzamiento, Bono ha regresado al master y regrabado sus voces. “También hemos resaltado a la banda de bronces que fue grabada en ese entonces,” dice el cantante. “No puedes escucharla en la mezcla original.”
De alguna manera, por supuesto, a todos nos gustaría revisar el pasado y cambiar las cosas. U2 está en una posición privilegiada. “Creo que estos shows este verano,” dice Clayton, “serán acerca de tomar nuevamente el The Joshua Tree Tour y quizá infundir ese repertorio con algo de diversión y ligereza que nunca estuvo en el original. Así que creo que lo reclamaremos.”
Algunas cosas, sin embargo, merecen permanecer enfáticamente en el pasado.
“Se cometió un error imperdonable,” declara Bono, maliciosamente. “Creo que es importante estar de acuerdo con esto. Pero empezamos a usar botas de vaqueros. Y se que hay gente, particularmente, lectores de MOJO y algunos de ellos, tu sabes, respetadas figuras en el mundo de la gran composición, como Paul Weller, que nunca nos perdonó por lo de las botas…”
“Y aquí estoy diciéndoselo,” concluye firmemente, “tienes razón. Hay cosas que vale la pena guardar rencor al respecto, y esa es una de ellas. El sombrero de vaquero que he usado desde entonces. Podría usarlo nuevamente, pero prometo, que nunca usaré botas de vaqueros. Estoy listo para recibir algunos puñetazos. Creo que es momento.”
Después del show, la fiesta llegaba en pocas horas. Para las 5am, los U2 estaban a menudo buscando un jacuzzi. “Podías ver salir el sol desde un jacuzzi dudosamente limpio,” recuerda Clayton, “compartido con todos tus compañeros.”
Otra forma para desahogarse fue The Dalton Brothers, la falsa y poco ensayada banda de country y western que impulsivamente se juntó para hacerles de soporte una noche en Indianápolis cuando la banda original, Los Lobos, estaban demorados a causa del mal tiempo. Con pelucas de cuarta, lentes y sombreros de cowboy, como Alton Dalton (Bono), Luke (Edge), Duke (Larry) y Betty (Adam), tocaban covers de mala calidad como “Tequila Sunrise” de Eagles y “Lost Highway” de Hank Williams, para abucheo de sus propios fans que no los reconocían.
“Otra vez, creo que, sin el refuerzo del video, nadie podría vernos realmente,” dice riendo Clayton. “Todos escuchaban que era una especie de banda mala de música country.”
“Tomamos el trabajo increíblemente de forma seria,” dice Edge. “Pero nunca nos tomamos a nosotros mismos seriamente. Siempre tenemos una risa. Siempre entendimos esa diferencia.”
Por otro lado, ser acogidos por el mundo del espectáculo de Hollywood tomó algo de tiempo para que U2 se acostumbrara. Cuando Jane Fonda lanzó una fiesta en su honor, la banda, equivocó la etiqueta, apareció horas más tarde cuando la mayoría de los invitados se habían ido. En Las Vegas, en el Casino Golden Nugget, sentados en una mesa de la primera fila para un show íntimo de Frank Sinatra, de pronto se dieron cuenta que estaba tremendamente mal vestidos. En un momento la estrella pidió que una luz iluminara la mesa de U2, ofreciendo las irónicas palabras, “Pueden ser los números 1, pero no han gastado ni una moneda en sus ropas.”
“Recuerdo a Bono agarrándome,” dice Paul McGuinness, “diciendo, ‘Oh Dios, ¿qué hacemos?’ Le dije, levántate y saluda al público.”
“Frank estaba genuinamente sorprendido por la falta de elegancia, él acababa de presentarnos a su multitud incrustada de diamantes,” dice Bono. “Parecíamos un grupo de vagabundos. Pero ese fue un gran momento.”
Menos bienvenida fue la creciente obsesión de Michael Jackson con U2 después de que The Joshua Tree venciera a Bad en los Grammy como Disco del Año en 1988. Posteriormente, solicitó al management de U2 un permiso para enviar un equipo privado de filmación a Dublín para grabar a la banda trabajando en el estudio. “Michael quería observarnos en nuestro hábitat natural,” señala Bono, aun incrédulo. “Pensé que sería un poco extraño,” dice McGuinness. Comprensiblemente, dijeron que no.
De hecho, U2 tenía sus propios planes para una película, con un equipo haciéndoles de sombra a través del The Joshua Tree Tour que se transformaría en Rattle And Hum, una película autofinanciada que se les escapó cuando Paramount se involucró. Edge recuerda que las alarmas sonaron en una reunión con los jefes del estudio donde posters promocionales de casi 2 metros de los miembros de la banda les fueron presentados: “Habían retocado toda mi barba.”
Posteriormente, despreciada como una desafortunada entrega servil a Yanquilandia, Rattle And Hum, a pesar de todo, tuvo sus momentos inconoclastas y brillantes, como cuando se ven a los U2 trabajando en los acordes para “All Along The Watchtower” de Dylan/Hendrix, minutos antes de subir al escenario para un concierto al aire libre en Justin Herman Plaza de San Francisco.
“Estaba muy avergonzado porque solo tenía dos cuerdas funcionando [en mi guitarra],” dice Bono. “Pero pensé que sería bastante bueno hacer algo así, como una banda de garaje. Bob Dylan siempre decía, (imitando la voz seca de Dylan) ‘Gracias por tu “All Along The Watchtower”. Nunca llegué a terminarla…’”
Sin embargo, la muy publicitada Rattle And Hum – la película, el disco, la remera – gastó mucho del crédito que The Joshua Tree había acumulado.
“En vez de U2 rindiendo homenaje como amateurs,” dice Bono, “fue un poco como ‘ahora U2 cree que son expertos sobre la música americana’. Estuvimos descubriendo esa ‘autenticidad’ en una especie de fácil lectura de esa palabra que no era donde U2 debería estar. Parados ahí como ‘músicos reales’ con otros músicos reales mucho mejores (risas), vestidos como trovadores. Nunca podríamos competir en ese mundo de la tan llamada autenticidad. Fuimos de una tradición diferente. Fuimos de la no tradición.”
Por todos conocido, desde el escenario de su concierto de Año Nuevo de 1989, en The Point, Dublín, el cantante anunció que U2 tenía que irse y “soñarlo todo de nuevo”. Una canción del disco Rattle And Hum quizá apuntó el camino a seguir – la punzante, asistida con una batería mecánica, e impresionantemente modernista “God Part II”, particularmente la parte, *“No creo en los 60, la edad de oro del pop/ Glorificas el pasado cuando el futuro se agota.” ¿Un mensaje para ellos mismos, entonces y ahora?
“Bueno, esa es la insignia,” dice Bono, siendo dueño de la mezcla de sensaciones acerca de su pendiente período de retrospección. “Deberías hacer remeras con eso para esta gira… porque es así. Si miras en el espejo retrovisor por mucho más tiempo que este verano (risas), alguien podría llamar a la policía.”
CON 1.1 MILLONES DE TICKETS VENDIDOS DENTRO DE 24 HORAS de venta, la gira de aniversario de The Joshua Tree devuelve a U2 a estadios, y nos recuerda – y a ellos – quiénes eran como una banda en un momento que era muy diferente y, de alguna manera, muy parecido. Para Bono, los preparativos han significado regresar al disco original y encontrarse con su yo interior. No ha sido una experiencia enteramente confortable.
“EXPECTATIVAS DE BLAKE”
De vuelta al estudio, el trabajo de U2 en Songs Of Experience continúa. Acá una actualización.
BONO YA ESTABA hablando del inminente lanzamiento de la segunda parte de la saga inspirada por William Blake, Songs Of Innocence / Songs Of Experience, tan pronto como el arribo del primero en septiembre de 2014. Pero no fue hasta el año pasado, después de completar lo que la banda aun considera el primer tramo del iNNOCENCE + eXPERIENCE Tour (regresará en la primavera de 2018) que U2 se puso, realmente, a trabajar.
Entonces, al final de 2016, y luego del impacto de las elecciones de los Estados Unidos, el trabajo se detuvo, llevándolos a repensar el proceso creativo. “He estado componiendo y cambiando un poco las cosas,” dice Bono. “Solo retocando. Edge, también.”
“Un par de canciones puede que obtengan actualizaciones en sus letras,” dice Edge, “y quizá escribamos una o dos canciones nuevas. Tenemos que reagruparnos y comparar notas y ver cómo nos sentimos, y cuáles son las implicaciones, basados en donde está el mundo.”
“Diría que estamos en la marca del 85%,” reconoce Clayton. “Tenemos, probablemente, cerca de 15 o 16 canciones que justificarían un lugar en el disco. Debemos bajarlas a 12, y es un caso de sacar y poner canciones de la narrativa, si lo prefieres.”
Más sorprendentemente, quizá – y quizá no – después de las sesiones reportadas con los productores Andy Barlow de Lamb y Jacknife Lee (que trabajó en How To Dismantle an Atomic Bomb de 2004), U2 ha estado reensayando los temas para Songs Of Experience, con una idea de cortar algunos de ellos en vivo en Electric Lady Studios en New York en marzo con Steve Lillywhite.
“La banda está ensayando ahora,” dice Bono, “así que van a pasar de la fase del ensayo a la fase de la grabación. Yo entraré y saldré. A ellos no les gusta que esté dando vueltas durante los ensayos (risas).”
“Una vez que habían decidido hacer esto, fui a ver los ensayos. Son realmente buenos. Más que buenos. Incluso aun geniales. Quiero decir, tienen eso que simplemente no puedes aprender, ensayar o lo que sea. Cuando ellos tocan como una banda y realmente están comprometidos, es como… te dejan con la boca abierta. Así que estoy interesado de ver a dónde va. Refiere al pasado, pero, se trata de donde estamos ahora.”
Sobre las canciones que, actualmente, Bono imagina que serán parte de la lista final, su favorita de hoy es “The Showman”. “Es un poco como Rubber Soul,” dice entusiastamente. “Se trata de cantantes. No de mi.” Para ilustrar su punto cita parte de la letra a MOJO: “The showman gives you front row to his heart / The shaman prays that his heartache will chart / Making a spectacle of falling apart / Is the heart of the show.” [“El showman te da la primera fila de su corazón / El chamán reza que su angustia rankeará / Haciendo un espectáculo del fracaso / Es el corazón del show.”]
Otras posibles inclusiones son “The Best Thing About You Is Me” y “The Little Things That Give You Away”, mientras que tanto “Red Flag Day” y “Summer Of Love” referencian a la crisis de refugiados en Europa. “Dos canciones que tienen una temática similar,” dice Bono, “sobre gente corriendo por sus vidas en el mismo Mediterráneo en que estamos corriendo a través de sombras. ‘Summer Of Love’ es terriblemente hermosa y vacía. Podría ser una gran canción y es pequeña. Esas son melodías reales. El rock progresivo enfermo ha sido derrotado. Está muerto. Pero no el espíritu de la innovación, no el espíritu de la experimentación.”
Clayton dice que se han aprendido lecciones después de Songs Of Innocence: “No hubo claridad en algunas de las mezclas y necesitamos ser un poco más inventivos sónicamente. Quiero decir, ese disco, cuando lo tocamos en vivo, las canciones se volvieron muy masculinas y duras, y realmente, no capturamos eso en la grabación. Así que nuevamente, una de las razones del porqué tratamos de atrasar un poco esto es que realmente queremos lograr las mezclas correctas. No queremos una sopa. Queremos un consomé.”
El plan, por ahora, es que Songs Of Experience sea lanzado en la segunda mitad de 2017. Famosas últimas palabras, por supuesto, como Bono reconoce. “La única prisa fue la arrogancia de decirle a todos que esta vez es en serio, que Songs Of Experience saldrá muy pronto. Y, por supuesto (risas), la flagelación pública del cantante solo deleita a la banda aun más.”
“Puedo escuchar algunos artistas que habría estado escuchando,” dice, “ya sea Nick Cave o Echo And The Bunnymen. Puedo escucharlos en las letras. También puedo escucharlos, aunque a disgusto, en el canto. Es un gran canto y lo entiendo, y entiendo que es declarativo y abierto. Pero, eso me arruina la diversión.”
Lo que explica el por qué, para una nueva mezcla de “Red Hill Mining Town” dirigida para Steve Lillywhite y destinada para un futuro lanzamiento, Bono ha regresado al master y regrabado sus voces. “También hemos resaltado a la banda de bronces que fue grabada en ese entonces,” dice el cantante. “No puedes escucharla en la mezcla original.”
De alguna manera, por supuesto, a todos nos gustaría revisar el pasado y cambiar las cosas. U2 está en una posición privilegiada. “Creo que estos shows este verano,” dice Clayton, “serán acerca de tomar nuevamente el The Joshua Tree Tour y quizá infundir ese repertorio con algo de diversión y ligereza que nunca estuvo en el original. Así que creo que lo reclamaremos.”
Algunas cosas, sin embargo, merecen permanecer enfáticamente en el pasado.
“Se cometió un error imperdonable,” declara Bono, maliciosamente. “Creo que es importante estar de acuerdo con esto. Pero empezamos a usar botas de vaqueros. Y se que hay gente, particularmente, lectores de MOJO y algunos de ellos, tu sabes, respetadas figuras en el mundo de la gran composición, como Paul Weller, que nunca nos perdonó por lo de las botas…”
“Y aquí estoy diciéndoselo,” concluye firmemente, “tienes razón. Hay cosas que vale la pena guardar rencor al respecto, y esa es una de ellas. El sombrero de vaquero que he usado desde entonces. Podría usarlo nuevamente, pero prometo, que nunca usaré botas de vaqueros. Estoy listo para recibir algunos puñetazos. Creo que es momento.”
Fuente: Edición Nº 281 de la revista MOJO (gracias a @U2Uruguay ) VÍA u2news
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